Intriga Personal

“Me apasiona la enseñanza; disfruto, quizá de un modo narcisista, induciendo en los demás el interés por problemas que me intrigan personalmente” Jerome Bruner


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Una pequeña acción

Llevo días sin escribir nada, inundado por las cosas en el trabajo. Pero algo en la Web ha llamado mi atención y no quiero dejarla pasar. Es la historia de Chris Mburu, un niño muy inteligente en una escuela rural en Kenia, quien gracias al apadrinamiento y una donación de 15 dólares mensuales que hizo una profesora  de educación inicial en Suecia, Hilde Back, pudo terminar su educación, ir luego a la Universidad de Nairobi, estudiar luego en Harvard y hoy es un abogado que trabaja para las Naciones Unidas.

La historia de Chris ha llegado ahora  las pantallas. Jeniffer Arnold, para HBO, ha hecho un bello documental llamado «A Small Act» (Una pequeña acción), en la que cuenta la historia de Chris y cómo él se rencuentra con la profesora Hilde Back y le cuenta como ha creado una fundación en su nombre, la  Hilde Back Education Fund para seguir apadrinando a más niños podres en Kenia con el potencial para ser líderes. La educación secundaria no es gratuita en Kenia; cuesta alrededor de 10 dólares a la semana enviar un niño a la secundaria, lo cual hace imposible el esfuerzo para muchas familias cuando la jornada por recoger café paga apenas 1.50 por día.

El documental fue presentado en la última edición del Festival de Cine de Sundance, y recibió las mejores críticas, recibiendo el apoyo de celebridades como Bill Gates, Ban Ki Moon, el secretario general de las Naciones Unidas, entre otros.

No sólo es una historia conmovedora. Es un ejemplo de cómo los pequeños esfuerzos que hacemos pueden cambiar la vida de otros, tal vez sin que nunca lo sepamos.


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James Cameron: la fuerza de la imaginación

Muy interesante esta presentación del director James Cameron en el foro de TED. Si bien la preentación está en inglés, esperamos que pronto estén disponibles los subtítulos no sólo en inglés sino también en castellano. Llama la atención como Cameron, siendo un fan de las historias de ciencia-ficción en su niñez, es capaz de llevar sus sueños a la realidad cuando hizo películas tales como «Terminator», «Alien», «Titanic» o «Avatar»

Su presentación comienza así:

«Yo crecí consumiendo una buena cantidad de ciencia-ficción. En la secundaria iba en omnibus a la escuela, una hora de ida y lo mismo de vuelta. Y siempre estaba absorbido por un libro, un libro de ciencia-ficción, que me llevaba a otros mundos y que satisfacía, en una forma narrativa, esta insaciable curiosidad que yo tenía. 

Y esta curiosidad se expresaba también en el hecho de que cuando no estaba en el colegio, estaba en el bosque, caminando y coleccionando «muestras», ranas, culebras, insectos, agua del estanque, llevando todo eso a casa y mirándolo en el microscopio.  Yo era un fanático de la ciencia. Pero fue el hecho de tratar de entender el mundo, de entender los límites de lo posible.» [la traducción es mía]

Todas esas horas de viaje en bus, leyendo historias fantásticas, fueron alimentando su imaginación. Pero no sólo los libros, sino ese tiempo fuera, en el bosque, enterrándose, trayendo cosas y animales que después su madre tendría que botar o limpiar. No parece el estereotipo de lo que muchos considerarían un «buen estudiante». ¿Y las tareas? ¿Y la escuela? Es probable que el éxito de personas como Cameron se haya debido a que su familia le dio la oportunidad para explorar sus aspiraciones.

Cameron termina su presentación reconociendo el valor de la imaginación como clave del emprendimiento. La escuela no nos anima, la mayoría de las veces, a asumir riesgos. «Fallar no es una opción», decía la NASA a fines de los 60 cuando se trataba de llevar al hombre a la luna. Cameron retruca esta frase y señala que lo que no es una opción es más bien el temor que genera parálisis:

La imaginación es una fuerza que puede en realidad crear una realidad. El respeto de tu equipo es de hecho más importante que todos los laureles que te pueda dar el mundo. Hay directores jóvenes que vienen y me dicen ‘Deme un consejo de cómo hacer esto’, y yo les digo ‘No te limites tú mismo. Otras personas lo harán, no lo hagas tú mismo, no apuestes contra tí. Y asume riesgos.’

La NASA tiene esta frase: ‘Fallar no es una opción’ Sin embargo, fallar tiene que ser una opción en arte y en exploraciones porque es un salto de fé. Y no hay empresa importante  que requiriera innovación  que haya sido hecha sin riesgos. Tienes que estar dispuesto a asumir tales riesgos. Esa es la ideas que quiero dejarles: cualquier cosa que hagas, fallr es una opción pero temer no lo es.


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Entre Muros: una película para releer la escuela


Denisse Vaillant, del Grupo de Trabajo Docente de PREAL, en un reciente mensaje nos recomendaba la película «Entre Muros», del francés Laurent Cantent, que ha ganado la Palma de Oro en Cannes el año pasado. Es una película que ocurre en una escuela francesa, en la que un profesor joven tiene que enfrentar una clase en la que hay jóvenes de distintas clases sociales y grupos raciales. Los estudiantes son alumnos de verdad, al igual que el profesor. La acción se desarrolla únicamente en la escuela y todos los conflictos ocurren allí, entre esos muros. Como dice Denisse, » este profesor se halla poseído por una tenacidad casi sin límites, excesiva. Lleva su tarea con mucho más celo que sus colegas. Sostiene la escena, su docencia, más allá de lo previsible. Para esto echa mano a todo tipo de recursos: tanto pedagógicos como psicológicos. Intenta, por ejemplo, que sus alumnos “elaboren” los obstáculos que los limitan, o las historias que los retienen.»

Vale la pena también leer la entrevista al director, publicada en el diario Página 12 de Argentina, en la que dice: «Desde el punto de vista de los alumnos, los profesores pertenecen a otro mundo, hay como un muro entre docentes y estudiantes. El hecho mismo de que la historia suceda sin salir de la escuela también hace que pueda mostrar que los profesores saben poco sobre la vida de los alumnos y viceversa. Y se crean todo tipo de fantasías sobre las vidas de los otros y también los imaginan como completamente opuestos a ellos mismos…»

Otros comentarios aquí.


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La lengua de las mariposas

Leyendo la página de Educared de Argentina me encuentro con la referencia de esta magnífica película «La Lengua de las Mariposas»(1999) de José Luis Cuerda. Ambientada en España, en los años de la República previa a la Guerra Civil Española, muestra cómo un maestro va interesando a los estudiantes en el aprendizaje y en los valores a partir de una ética personal (ver más comentarios aquí)

La película es igualmente interesante porque el maestro, sin perder autoridad y parsimonia, se interesa por lo que el niño sabe o cree. «¿Qué piensas tú?» le pregunta antes de darle su opinión y deja que el niño exprese su punto de vista.

No es fácil ser maestro hoy como no lo ha sido en otras épocas. Pero si se quiere ser un maestro «que deje huella» es necesario transitar por un camino difícil, que no está libre de contradicciones, pero que se compensa grandemente con esa llama, esa curiosidad persistente que queda en el corazón y la mente de los estudiantes, esa capacidad de seguir aprendiendo a lo largo del resto de sus vidas, que es el más grande de los milagros.

«Pero los momentos más fascinantes de la escuela eran cuando el maestro hablaba de los bichos. Las arañas de agua inventaban el submarino. Las hormigas cuidaban de un ganado que daba leche con azúcar y cultivaban hongos. Había un pájaro en Australia que pintaba de colores su nido con una especie de óleo que fabricaba con pigmentos vegetales. Nunca me olvidaré. Se llamaba tilonorrinco. El macho ponía una orquídea en el nuevo nido para atraer a la hembra.

Tal era mi interés que me convertí en el suministrador de bichos de don Gregorio y él me acogió como el mejor discípulo. Había sábados y feriados que pasaba por mi casa y íbamos juntos de excursión. Recorríamos las orillas del río, las gándaras, el bosque, y subíamos al monte Sinaí. Cada viaje de esos era para mí como una ruta del descubrimiento. Volvíamos siempre con un tesoro. Una mantis. Una libélula. Un escornabois. Y una mariposa distinta cada vez, aunque yo solo recuerde el nombre de una es la que el maestro llamó Iris, y que brillaba hermosísima posada en el barro o en el estiércol…»